Vivimos en una sociedad
materialista, una sociedad preocupada más por el aspecto que por todas las
destrezas que nos están cambiando negativamente al mundo que pertenecemos.
Una sociedad donde la avaricia puede
sobrepasar barreras de acción nefastas. Siempre se quiere más, más, más… pero
más cosas, simplemente tener más cosas. Las cosas tienen que tener un carácter
único, deben ser totalmente bonitas, a la última moda, y si tiene un coste muy
elevado e irrepetible, mejor que mejor.
Hoy voy a hablar de los zapatos.
La moda de los zapatos que tanto nos gusta a las mujeres, donde muchas de ellas
denominan a los zapatos como “mis amores”. Teniendo zapatos de diferentes
colores, estilos, formas y texturas que recién salen al mercado, o bien, según
en la temporada en la que nos encontremos.
Uno de los estilos más usados por las mujeres
son los zapatos de tacón alto, ya que estos brindan un toque de elegancia a
todas las prendas y siempre existe un par para cada ocasión. Además suele tener
una serie de ventajas como:
-
Incrementan la altura.
-
Mejora el aspecto de las piernas.
-
Son símbolo de elegancia.
-
Pueden ser complementados con cualquier estilo.
Estos aspectos tan maravillosos,
es lo que estamos acostumbrados a ver y que la sociedad nos ha inculcado, pero
¿de verdad es tan bueno como parece? ¿Alguien se ha parado a pensar que el
denominado “arte de llevar tacones” no es beneficioso a largo plazo? Sí,
efectivamente, he dicho “arte de llevar tacones”.
Pues no, llevar tacones tiene
muchas contradicciones como problemas musculares y de columna, produce
cansancio y debilidad, probables esguinces o problemas similares, dolor de
cadera de una mala posición, presión en los pies…
Solamente decir, ¿realmente los
zapatos se pueden considerar un arte? ¿Realmente llevar zapatos altos se puede
considerar arte?
Para concluir, ¿el arte siempre
tiene que ser beneficioso?
Inma Ortiz.